El astronauta alojó todo el peso de su cuerpo en el terreno recién
pisado. Se tumbó y alargo sus brazos en cruz. Levemente bamboleó su cuerpo en
el suelo con todo lo que eso conlleva...manchó su traje de cálida arena de
composición desconocida y expiró fuertemente empañando la esfera de cristal que
recubría su rostro.
Tumbado en un terreno salvaje, miró la atmósfera rojiza que le rodeaba buscando los puntos de referencia que daban
sentido a su minúscula existencia... Y dejo de estar en un planeta olvidado. La
novedad se deshizo, la mirada apasionada ante lo extraño se diluyó en un
pensamiento humano que prescindía de toda situación geográfica, que rehuía
de cualquier sensación física.
No importa como había llegado hasta ese
lugar... No importan las coordenadas, ni la situación espacial cuando lo que te
rodea es una soledad y un silencio que casi pueden solidificarse como un muro
de granito y que pueden despertar el mayor estado alterado de conciencia. No
recuerdas lo que viniste a hacer...No lo sabes y comienzas a dudar si todo esto
es un sueño o un simple desvarío lisérgico.
Nada importa.
Tu mente ha abandonado tu cuerpo físico...
Todo lo que te rodea no es más que pura simbología, un simple escenario que
sirve para enhebrar dramatismo a historias y anécdotas mal contadas o
subjetivamente observadas. No importa la carne inútil en la que se aloja tu
conciencia, tu ser, tu melancolía desenfrenada.
Desde este planeta propio, al que le
puedes poner tu nombre, los astros y las desgracias están a la misma distancia
que desde la tierra conocida en la que sueles vivir... Lo inalcanzable es, solo
eso, inalcanzable... Lo volátil es igual de peligroso que en la atmósfera que estás
acostumbrado a pisar.
Piensas romper la esfera del casco y dejar
entrar gases a los que nunca te viste expuesto, dudas si experimentar nuevas
reacciones que te hagan uno con un universo más complejo e inexplorado... pero
incluso rodeado de la mas desértica atención, de la mas pagana de las
inexistencias, temes que existan otros seres que repitan la misma operación que
tú y que decidan señalar con sus dedos los actos que te planteas realizar.
"Egoísta", oirás en sus acusaciones y hablaran de un loco que no supo
colonizar nuevas tierras. "Cobarde", gritaran todos a coro mientras
tú decides repetir y repetir: "Venus no nos quedaba tan lejos", sin
dar mas explicación ante las preguntas que esta afirmación pueda acarrear.
"Egoísta" ...
"Cobarde" ...
Y pensaras en todos y cada uno de ellos,
trataras de localizar el ángulo exacto en el que la Luna les está iluminando y
te veras con la fuerza necesaria para preguntarles: "¿Alguna vez me
dedicaste cinco minutos en tu cabeza?". Yo por el contrario puedo asegurar
que cada recuerdo, cada rostro, cada acción, cada voz, cada escrito... lo llevo
en este pesado, sucio, roído, traje de astronauta que me empeño en vestir.Puro teatro ... Pura apariencia.
El terreno se fue volviendo hostil, el
aire soplaba fuertemente llevándose tras de si millones y millones granos de
esa arena desconocida, y entre ellos pequeños filamentos de una carcasa que ya no podía proteger a nadie. Los pequeños montículos que se formaban iban
enterrando un cuerpo inerte, frío fuera de sí, silencioso, del cual apenas se podía
apreciar su forma, si es que alguna vez tuvo una, y solamente dejó la silueta
amorfa de un sueño mal enfocado... de un capricho alardeado por el polvo.
Apenas podía seguir apreciando el infinito
ante sus ojos, pues la escafandra estaba casi cubierta, pero por un pequeño
hueco aun sin cubrir pudo ver como pequeñas nubes de polvo se alojaban sobre
él.
Volvió a sentir su cuerpo, su falta de
oxigeno, sus miembros agarrotado... y volvió a indagar en lo antes pensado,
soltando con esfuerzo dos pequeñas frases que servirían para su epitafio:
"Las estrellas están lejos las mires
desde donde las mires... Pero creedme si os digo que el universo es muy
pequeño, son tan solo cinco minutos de pensamiento y otros cinco de asfixia".
D.Brun
No hay comentarios:
Publicar un comentario